Transparencia y responsabilidad: Antes, durante y después de Baltimore
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Los últimos meses han sido muy difíciles para muchos en la Iglesia, tanto integrantes del clero como seglares.
Algunos han expresado su descontento con la falta de acción tras la reunión de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), celebrada en otoño. Otros han reconocido que se sienten un tanto avergonzados de identificarse como católicos ante personas de otras tradiciones de fe.
Para aclarar, si bien el abuso sexual ha sido un problema para la Iglesia católica, no es exclusivo de esta.
Aunque buena parte de la frustración y la rabia resultan comprensibles, también es evidente que muchos sencillamente no están conscientes de lo que ya se ha hecho para abordar el problema del abuso sexual en la Iglesia.
Si bien no pudimos votar en las diversas medidas de acción propuestas durante la reunión en Baltimore, tal como les he escrito a muchos, considero que estas medidas demostrarán ser beneficiosas no solamente en los Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Las medidas de acción propuestas incluyen una línea telefónica independiente para velar por el cumplimiento, Normas de Responsabilidad para Obispos, un Protocolo para los Obispos Separados y la creación de algún tipo de comisión laica nacional o metropolitana. El cardenal Daniel N. DiNardo, actual presidente de la USCCB, compartirá estas medidas en la reunión mundial de presidentes de conferencias con el papa Francisco, que se celebrará en Roma en febrero de 2019.
Colaboro en uno de los comités que preparó una de las medidas de acción propuestas, a saber, el de las Normas de Responsabilidad para Obispos. El tiempo y el esfuerzo que le dedicamos a este documento comenzó mucho antes de viajar a Baltimore e incluyó extensas reuniones antes y durante la Asamblea General de la reunión de obispos. No creo que nuestra labor haya sido en vano. De hecho, sospecho que el trabajo de los obispos estadounidenses en definitiva tendrá un impacto sobre la Iglesia universal.
Aunque las medidas de acción propuestas enumeradas anteriormente implican supervisión por parte de obispos, se han realizado numerosos avances desde que entraron en vigencia en las diócesis de todos los Estados Unidos las políticas y los procedimientos de los “Estatutos para la protección de niños, adolescentes y jóvenes” de 2002.
Al igual que en la mayoría de las diócesis de todos los Estados Unidos, en la Arquidiócesis de Indianápolis confiamos en la labor de profesional laicos que se desempeña como coordinador de asistencia para víctima y en miembros de la Junta Examinadora para todas las denuncias de abuso sexual, de conformidad con los estatutos de 2002.
El coordinador de asistencia para víctima recibe todas las quejas o alegatos; este, a su vez, los transmite a las autoridades civiles y reúne información para que la Junta Examinadora analice la credibilidad del caso. Ha resultado ser un proceso bastante eficaz, según consta en nuestra publicación de octubre en la que figuran los nombres de los sacerdotes contra los cuales pesaban acusaciones consideradas fundamentadas. La fecha más reciente de un presunto abuso, según se indica en la lista publicada, es 1997.
Además de los esfuerzos detallados aquí, se ha puesto gran empeño en garantizar que la arquidiócesis se beneficie de dos de los mejores seminarios del país. Tenemos la bendición de contar con programas de formación bien establecidos, tanto en el seminario universitario Bishop Simon Bruté College Seminary, en Indianápolis, como en la escuela de teología Saint Meinrad Seminary and School of Theology en el sur de Indiana.
Por supuesto que debemos seguir vigilantes y procurar formas para mejorar la protección de todos, la formación de futuros sacerdotes y la supervisión adecuada de aquellos que prestan servicio a nuestra Iglesia. Nuestra principal preocupación siempre deberá ser proteger a los inocentes, cuidar a las víctimas y separar a aquellos que resultan perniciosos para los demás. Tal como se ha dejado muy en claro: la transparencia y la responsabilidad son aspectos esenciales.
Sinceramente suyo en Cristo,
Reverendísimo Charles C. Thompson
Arzobispo de Indianápolis