Alégrense en el Señor
El Adviento es una época de preparación para la venida de Cristo
Todos recordaremos la aclamación que solíamos cantar durante la oración eucarística: Cristo ha muerto. Cristo ha resucitado. Cristo vendrá de nuevo. Durante la Santa Misa, recordamos y revivimos los tres misterios de nuestra fe, pero la Iglesia nos proporciona oportunidades especiales para meditar acerca de estos misterios sagrados. La época de la Cuaresma nos ayuda a prepararnos para la muerte de Cristo. Durante la Pascua celebramos la alegría de la resurrección de nuestro Señor. El Adviento es la temporada de espera atenta para el “regreso” de Jesús.
Siempre he considerado el Adviento como una época de preparación para celebrar las tres venidas de Cristo: en Belén, hoy en día y al fin de los tiempos (la parusía).
Lo que podríamos llamar la primera venida de Jesús, su nacimiento en Belén, fue un hecho histórico así como también uno de los grandes misterios de la gracia de Dios (la encarnación). La Navidad es el día en el que celebramos el misterio de la primera venida de Cristo, el nacimiento del Dios-hombre, la aparición milagrosa del muy esperado “Emmanuel,” que significa “Dios con nosotros.”
La última venida de Jesús todavía no es un hecho histórico, pero creo que lo será algún día. Aunque no sabemos ni el día ni la hora en el que Cristo volverá, el propio Señor nos exhorta a que nos preparemos y a que estemos listos. ¿Cómo podemos estar listos para la última venida de Cristo? Una forma es prepararnos espiritualmente para la Navidad, en la que celebramos los dos misterios: la primera venida de Jesús y su regreso glorioso al fin de los tiempos. Si nos permitimos adentrarnos en las profundidades de esta festividad, nos sentiremos maravillados del milagro del nacimiento del Señor en Belén hace 2,000 años. También estaremos mejor preparados para su regreso.
Sabemos cómo celebrar la festividad de la Navidad; pero el simbolismo que encierra este día nos resulta más impreciso. Es muy fácil distraerse con la magia de todo lo que ocurre a nuestro alrededor: la música llena de alegría, la buena comida, las luces y los clásicos favoritos que vemos por televisión. ¿Cómo podríamos aprovechar esta época desde una perspectiva más espiritual? ¿Cómo celebramos este día sagrado, a pesar de todas las distracciones festivas tradicionales que tanto disfrutamos? ¿Cómo nos preparamos para una festividad que celebra un evento histórico (el nacimiento de Jesús en Belén), la realidad que vivimos en el presente (que Dios está con nosotros) y un misterio futuro (el regreso de Cristo)?
He aquí algunas sugerencias para ayudarnos a prepararnos para la Navidad, la festividad que celebra la venida de Cristo, pasada, presente y futura:
1. Dediquemos tiempo para la oración. Debe ser un momento de tranquilidad, un momento para estar solos con Dios. De ser necesario, siéntense en su auto a la entrada de la casa y pasen un tiempo a solas con Dios. Agradézcanle el obsequio de la Navidad y todas las bendiciones que ha derramado en sus vidas; pídanle ayuda para aquello que les esté incomodando. Y, a continuación, escuchen atentamente su respuesta. Quizás no lo sepamos o no lo comprendamos, pero Dios siempre responde a nuestras súplicas. La mejor forma para prepararnos para este día sagrado de la Navidad es entregarle nuestros corazones en la oración.
2. Confiésense. No hay una mejor forma para prepararnos espiritualmente que mediante la celebración del sacramento de la reconciliación, confesar nuestros pecados, practicar la penitencia y comenzar de nuevo, plenos con la gracia de Dios. “No teman,” nos dice el Señor en repetidas ocasiones. No tenemos que soportar la pesada y secreta carga de la culpabilidad en nuestro interior, y no debemos permitir que las viejas heridas y desilusiones arruinen la celebración de la Navidad. Podemos pedir—y tener la confianza de que recibiremos—el perdón de Dios para nuestros pecados, así como también la gracia para perdonar aquellos que nos han ofendido. Este sacramento es un excelente obsequio de Dios. ¡Aceptémoslo con agradecimiento y usémoslo con sabiduría!
3. Seamos más fieles y estemos más atentos al asistir a misa. Las liturgias del Adviento y de la Navidad son unas de las celebraciones más hermosas y esperanzadoras del calendario litúrgico. Disfrutemos de la música, el simbolismo, los sonidos y los aromas de esta época tan espectacular del año para prepararnos interiormente para la venida de Cristo. Las misas durante la víspera de Navidad, el día de Navidad y a lo largo de toda la temporada navideña llenarán sus corazones de emoción y les recordarán que Dios verdaderamente se encuentra entre nosotros y que realmente volverá.
4. Otorguen obsequios espirituales. El intercambio de regalos es un aspecto importante de la tradición navideña, pero los obsequios que ofrecemos—y que recibimos—no tienen que ser materiales. Una sonrisa, una palabra amable y un gesto de ayuda pueden ser regalos valiosísimos, especialmente cuando se entregan en el momento acertado, a las personas que los necesitan. ¡Hagamos de esta una verdadera temporada de obsequios, pero procuremos que sean tanto regalos espirituales del propio ser, como también presentes materiales!
Prepararnos espiritualmente para la Navidad no es una tarea sencilla. Hay muchas cosas en nuestro interior y a nuestro alrededor que intentarán distraer nuestra concentración de la maravilla del nacimiento de Cristo y de la promesa de su regreso glorioso.
Resistamos la tentación de vivir la Navidad como si fuera simplemente otra festividad. Convirtámosla en un día sagrado, un día de esperanza y un día en el que experimentamos nuevamente la poderosa presencia de Jesús—quien realmente es Dios con nosotros—en nuestras vidas personales y nuestro mundo.
Mi plegaria para ustedes y para cada una de las personas, familias y comunidades parroquiales del centro y del sur de Indiana, es que Cristo llegue a sus corazones de un modo muy especial durante esta época sagrada.
Maranatha! ¡Ven, Señor! Ayúdanos estar listos para ti. Entra en nuestros corazones y en nuestros hogares en esta Navidad. Enséñanos a dar generosamente como lo haces tú. ¡Ayúdanos a darte la bienvenida, a amarte y a servirte, en esta Navidad y siempre! †
Traducido por: Daniela Guanipa