Alégrense en el Señor
La atención médica debe ser económica y accesible para todos
Durante décadas los obispos de los Estados Unidos han insistido en que el acceso a una atención médica decente es una protección básica para la vida humana que reafirma su dignidad desde la concepción hasta la muerte natural. Somos defensores incansables de una reforma a la legislación de la atención de salud y una forma de implementarla que: 1) garantice el acceso a una atención médica de alta calidad, económica y vivificante para todos; 2) preserve el requisito de larga data de que los fondos federales no se utilicen para practicar abortos electivos ni planes que los incluyan, y proteja eficazmente el derecho de conciencia; y 3) proteja el acceso a la atención médica que tienen los inmigrantes en este momento y elimine las barreras existentes que impiden dicho acceso.
En nuestra carta pastoral publicada recientemente, titulada Pobreza en la Encrucijada: la respuesta de la Iglesia ante la pobreza en Indiana, los obispos escribimos:
“Los obispos en Indiana repetimos el llamado para que se logre una reforma de salud genuina que sea accesible y asequible para todos. Invitamos a todos los habitantes del estado a que se unan a nuestro esfuerzo por conseguir un sistema de salud que:
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promueva y defienda la dignidad humana, desde el momento de la concepción hasta su muerte natural;
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atienda a la persona como un ser integral (cuerpo, mente y espíritu), practicando al mismo tiempo un pluralismo genuino que respete la libertad de credo y de conciencia;
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atienda a los pobres y a los vulnerables, sin distinción de raza, origen étnico, situación económica, social o legal;
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administre cuidadosamente los recursos mediante la restricción de costos y su aplicación equitativa en todo el espectro de quienes deben pagar por la atención de salud.”
La Iglesia Católica tiene el compromiso de seguir los pasos de Jesús cuya compasión por los pobres a menudo se manifestaba en su ministerio de sanación. Jesús no le negaba a nadie el acceso a la atención médica. Su poder sanador estaba a disposición de todo aquel que acudiera a él, inclusive para los integrantes del ejército romano de ocupación, los samaritanos y los leprosos impuros quienes estaban obligados a habitar en lo que el papa Francisco denomina “la periferia.”
Cuando los católicos insistimos sobre la importancia de ofrecer acceso a una atención médica de calidad y económica para todos, independientemente de su condición social, legal o económica, estamos afirmando nuestra creencia de que cada ser humano es un hijo de Dios que merece ser tratado con dignidad y respeto, sin importar cuál sea su situación de vida. En nuestra sociedad actual, la atención médica no debería ser una opción que se encuentre a disposición únicamente de aquellos pocos que tengan los medios para costeársela.
En la resolución titulada “A Framework for Comprehensive Health Care Reform: Protecting Human Life, Promoting Human Dignity, Pursuing the Common Good” (Marco para una extensa reforma sanitaria: protección y fomento de la vida humana, y búsqueda del bien común), los obispos estadounidenses apoyan una cobertura médica que sea económica para los pobres y los necesitados, y que decididamente enfile a nuestra sociedad hacia el objetivo de alcanzar una cobertura universal. Los obispos también expresan claramente que esto debe realizarse en consonancia con la dignidad de cada persona humana, demostrando un profundo respeto por la vida, la salud y la conciencia de todos.
Tal como lo señaló el papa emérito Benedicto XVI en su “Mensaje al Consejo Pontificio para Trabajadores Sanitarios” el 15 de noviembre de 2010, en el sector de la salud “es importante establecer una justicia distributiva que, basándose en las necesidades objetivas, garantice una atención adecuada para todos.” Más aún, “a fin de evitar que se deshumanice, el mundo de la atención médica no puede ignorar las normas morales que deben regirlo.” Los obispos de Indiana nos entregamos de todo corazón a una reforma de la atención de salud que cumpla con estos objetivos tan importantes.
Pobreza en la Encrucijada no ofrece soluciones prácticas en el ámbito legislativo o de la política pública para los numerosos desafíos que hacen que una atención médica económica y accesible sea una meta ardua de conquistar. Sabemos que la atención médica es costosa y que la intervención gubernamental por sí misma no es la solución para todos los problemas del sector de la salud. También estamos profundamente conscientes de las amenazas a la libertad de credo que han acompañado a los “mandatos de la atención de salud” promulgados en época reciente.
Pero al mismo tiempo, nos negamos a tirar la toalla en la lucha por conseguir un sistema de atención de salud que sea económico y accesible para todos. Rendirse significaría ignorar la historia del ministerio de sanación de la Iglesia de 2000 años de antigüedad y nuestro compromiso con la caridad cristiana. El Señor nos ordenó a nosotros, sus discípulos, que sanármos a los enfermos y alimentáramos, vistiéramos y diéramos cobijo a “aun el más pequeño” de sus hermanos y hermanas. Es más, dejó bien claro que si no hacemos esto por el prójimo, no lo hacemos por Él (consulten Mt 25:31-46).
Pobreza en la Encrucijada señala el compromiso de los obispos de trabajar junto con todas las personas de buena voluntad para hallar soluciones prácticas a los desafíos de la atención de salud que enfrentamos aquí en Indiana. Los invito a que se unan a nosotros en oración, en labores de representación y en obras de caridad a medida que nos esforzamos por poner a disposición de todos el ministerio de sanación de Jesús.
Traducido por: Daniela Guanipa