October 16, 2015

Alégrense en el Señor

Temas del Sínodo de la familia que merecen nuestra atención

Archbishop Joseph W. Tobin

El Instrumentum Laboris (documento de trabajo) del Sínodo de la familia propone muchos temas importantes que exigen nuestra reflexión a medida que ponderamos “la misión de la familia” de hoy en día. Dado que me resultaría imposible explorar todos estos temas en una sola columna, quisiera destacar varios de los que llamaron mi atención mientras leía el documento del Sínodo.

El primer tema que me impresionó tiene que ver con la ternura en la familia como una señal de la ternura de Dios (Instrumentum Laboris, #70). El papa Francisco invita a todos a reflexionar sobre sus palabras: “¿Tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios, cercanía de Dios, ternura de Dios” (Homilía con ocasión de la Santa Misa de la Noche en la Solemnidad de la Natividad del Señor, 24 de diciembre de 2014).

Tomando en cuenta todos los desafíos que enfrentan las familias hoy en día, resulta muy fácil pasar por alto la importancia que tiene abrir nuestros corazones con compasión y amor a aquellos que se encuentran más cerca de nosotros. Independientemente de nuestros pecados, Dios no se acerca a su pueblo con ira ni prejuicios. El trato con nuestros parientes, especialmente aquellos que atraviesan dificultades, debe reflejar esa misma ternura divina.

El segundo tema que captó mi atención es la necesidad de perdón que existe en la familia contemporánea. Tal como dice el documento de trabajo: “En el ámbito de las relaciones familiares la necesidad de la reconciliación es prácticamente cotidiana, por varios motivos. Las incomprensiones debidas a las relaciones con las familias de origen, el conflicto entre costumbres arraigadas diversas; la divergencia acerca de la educación de los hijos, el ansia por las dificultades económicas; la tensión que surge como consecuencia de la pérdida del trabajo: estos son algunos de los motivos corrientes que generan conflictos, y para superarlos es necesaria una continua disponibilidad a comprender las razones del otro y a perdonarse mutuamente. El difícil arte de la recomposición de la relación no sólo necesita el sostén de la gracia, sino también la disponibilidad a pedir ayuda externa” (# 105).

¿Alguna vez se ha encontrado en una situación familiar que requiriera del “difícil arte de la recomposición”? La mayoría de nosotros sabe lo que implica recomponerse y lo difícil que es hacerlo bien. Es por ello que es tan importante “estar presentes” para apoyarnos mutuamente y confiar en que la gracia de Dios nos ayudará a superar inclusive las dificultades familiares más abrumadoras.

El tercer tema del documento de trabajo del Sínodo que deseo destacar es “el gran río de la misericordia.” Encontramos perdón en los brazos amorosos de Dios Padre quien, junto con Su Hijo y el Espíritu Santo, son la fuente de todo el amor y la misericordia. En efecto, “desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tendrá necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin” (#108).

Esta fuente inagotable de perdón es lo que nos infunde la esperanza de que los quebrantamientos que existen en tantos matrimonios y en tantas familias de hoy en día puedan llegar a sanar. Ningún pecado es tan grave que no pueda ser perdonado por Dios; ninguna herida está profunda que el poder de la misericordia de Dios no pueda sanar. El gran río de la misericordia de Dios es ancho y profundo ¡y jamás se secará!

El último tema de del documento de trabajo del Sínodo de la familia que llamó mi atención es especialmente cautivador: Dios jamás abandona a nadie. Nosotros quizás nos alejemos de Dios, pero nuestra fe hace énfasis en que sin importar lo que digamos o hagamos, Dios jamás se alejará de nosotros. Siempre se encuentra delante de nosotros, mostrándonos «el rostro de un Dios que nunca abandona y que es siempre capaz de dar nuevamente fuerza y esperanza” (#113).

A medida que reflexionamos sobre el maravilloso obsequio de la vida familiar, la célula básica de la Iglesia y de la sociedad, es importante que no perdamos de vista estos temas fundamentales: Un Dios tierno y misericordioso nos brinda fortaleza, esperanza y el poder sanador de su gracia. Dios jamás nos abandonará y siempre nos extenderá su amor incondicional.

Abramos nuestros corazones para recibir el gran río de la misericordia de Dios. Amémonos, perdonémonos y apoyémonos unos a otros con la ternura de Jesús, el Buen Pastor, que busca a todas sus ovejas perdidas para llevarlas de regreso al hogar, que recompone nuestras relaciones y restablece la paz en las familias atribuladas. †
 

Traducido por: Daniela Guanipa

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