Mensaje de Pascua del Arzobispo Charles C. Thompson
¡Saludos Pascuales en Cristo para todos!
Esta es nuestra tercera Semana Santa desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Durante la Semana Santa de 2020, muy pocos pudieron reunirse en las iglesias; para la de 2021, muchos todavía sentían temor de reunirse con otros; y aunque aún persisten los efectos del virus, especialmente en forma de variantes, estamos preparados para celebrar la Pascua de 2022 con gran alegría y solemnidad.
Nuestros párrocos y el personal de la parroquia siguen teniendo el máximo cuidado y tomando medidas de seguridad durante las celebraciones litúrgicas. Todos son bienvenidos a unirse a la celebración del Triduo Sagrado, es decir, el Jueves y Viernes Santo y la Vigilia Pascual, así como a la Misa del Domingo de Pascua y durante toda la temporada de la Pascua, el ápice de todo el año litúrgico.
La celebración de la Pascua de este año se enmarca en el primero de los tres años de renacimiento eucarístico de la Iglesia católica en todo Estados Unidos. Desde hace mucho tiempo, la Iglesia nos enseña que la eucaristía es la “fuente y la cumbre” de la identidad y la misión católicas. En el corazón de esta enseñanza se encuentra nuestra creencia fundamental en la eucaristía como la presencia real de Jesucristo: su cuerpo y sangre, alma y divinidad.
Mediante la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo logramos la salvación; mediante la institución de la eucaristía como su cuerpo y sangre durante la Última Cena (que conmemoramos el Jueves Santo, en anticipación de la crucifixión que se conmemora el Viernes Santo) se funda y permanece su Iglesia que se erige sobre san Pedro y los Apóstoles.
En la eucaristía no celebramos algo sino a alguien; la celebración de la misa es un acontecimiento, un encuentro con la persona de Jesucristo.
La Pascua es el momento crucial del encuentro con su victoria sobre el pecado y la muerte que se refleja en la transformación de la cruz como signo de nuestra redención y no como medio de condena. Por eso tenemos motivos para alegrarnos.
En efecto, ¡proclamamos a Jesucristo resucitado! ¡Aleluya, aleluya! Que el Señor Jesucristo resucitado eleve nuestras mentes y corazones en alabanza a la Santísima Trinidad—Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo—en comunión con la Santísima Virgen María y los santos. ¡En él, estamos salvados!
¡Que tengan una bendecida Pascua!
Arzobispo Charles C. Thompson