La fe lleva a una familia nicaragüense a dejarlo todo por una nueva vida en Estados Unidos
Los esposos Félix y Paholla Navarrete se arrodillan en oración el 1 de septiembre en la Iglesia de Nuestra Señora del Santísimo Rosario en Indianápolis. (Fotografía de Sean Gallagher)
Por Sean Gallagher
Félix y Paholla Navarrete estaban tristes, pero no sorprendidos, por las imágenes que llegaban de su país natal, Nicaragua, a principios de agosto, en las cuales se veía al obispo Rolando Álvarez, de Matagalpa (Nicaragua), arrodillado en oración fuera de su casa, con los brazos alzados en actitud piadosa. Cerca de él aguardaban miembros de la policía nacional ataviados con equipo antimotines.
La policía había rodeado su casa después de que el gobierno presentara una denuncia infundada contra el obispo en la que se le acusaba de organizar una oposición violenta contra el Estado.
El obispo Álvarez fue finalmente capturado por la policía en una redada llevada a cabo antes del amanecer del 19 de agosto y colocado en arresto domiciliario en Managua, la capital de Nicaragua.
Además de las acciones emprendidas contra el obispo Álvarez, el gobierno nicaragüense del presidente Daniel Ortega ha expulsado al nuncio apostólico del país y a los miembros de las Misioneras de la Caridad que prestaban servicio allí, ha detenido a sacerdotes, ha cerrado emisoras de radio católicas y ha prohibido las procesiones religiosas al aire libre.
En un discurso reciente, Ortega describió a los líderes católicos del país como “una pandilla de asesinos” que, junto con el Papa Francisco han instaurado “una dictadura perfecta.”
Félix y Paholla conocen bien, tanto el lugar que ocupa la Iglesia en la sociedad nicaragüense, como la oposición del gobierno a ella. Los esposos eran activos en la Iglesia y trabajaban para la corte suprema del país antes de mudarse a Indianápolis en 2018.
“Para el gobierno de Nicaragua, la Iglesia católica nicaragüense ha sido durante muchos años el principal enemigo, porque ella representa al pueblo,” afirma Paholla. “Habla en nombre del pueblo y Ortega le tiene miedo al obispo Álvarez porque es un verdadero líder del pueblo. Si le pasara algo al obispo Álvarez, mucha gente saldría a la calle, marcharía y protestaría.”
La creciente oposición del gobierno nicaragüense a la Iglesia complicó la vida de los Navarrete en 2018.
En la primavera de ese año, manifestantes estudiantiles de todo el país protestaron contra la corrupción del gobierno y la privación de las libertades. Cientos de personas murieron en la violenta represión de los manifestantes.
“Nuestras iglesias tenían las puertas abiertas de par en par,” comenta Félix sobre la respuesta de la Iglesia en Nicaragua a las protestas. “Ayudaron a las personas que necesitaban un lugar seguro para refugiarse. Todos los sacerdotes que conocía colaboraban muy de cerca con sus feligreses. Era muy inspirador ver que nuestra Iglesia estaba tan cerca de la gente que sufría.”
Durante la época de las protestas, Félix y Paholla empezaron a experimentar presiones para apoyar públicamente al gobierno.
“Nos llamaban para que participáramos en las marchas contra los estudiantes,” recuerda Félix. “Le dije a mi esposa que no iba a hacer nada de lo que esa gente me pedía. Ella pensaba igual.”
“El secretario político intentaba atrapar a los empleados. Decían que, si querías mantener tu trabajo, tenías que hacer lo que fuera necesario en las protestas contra los ciudadanos que se manifestaban,” asevera Paholla.
Félix y Paholla se enfrentaron a una decisión que les cambiaría la vida: ¿permanecer en Nicaragua donde tenían una vida bien establecida o dejarlo todo sin vuelta atrás?
“Llegamos al punto de pensar en qué sería mejor,” dice Paholla. “¿Quedarse por un puesto con sueldo, o mostrar a tus hijos lo que era lo correcto?”
Ante una decisión tan trascendental, la familia acudió a Dios en oración.
“Rezamos juntos en familia y pedimos a Dios que nos guiara para dar los pasos correctos,” afirma Paholla.
“Dimos un salto de fe,” señala Félix. “Fue la mano de Dios la que actuó en cada paso. La veíamos y la sentíamos.”
Se fueron a principios de junio a Costa Rica en unas aparentes vacaciones. Solamente su familia conocía sus planes. Félix y Paholla no renunciaron a sus trabajos en el Tribunal Supremo ni hicieron nada con su casa de modo que no pareciera que se iban definitivamente.
“Si hubiéramos hecho algo, habríamos tenido problemas,” dice Félix.
“Si nos hubiéramos quedado, probablemente nos habríamos convertido en presos políticos,” asegura Paholla. “No habríamos renunciado a nuestra fe por nada. El gobierno nos habría considerado traidores.”
En Costa Rica, se sorprendieron al poder conseguir rápidamente visas para la familia en la embajada estadounidense de ese país para viajar a EE. UU. A finales de junio, habían llegado a Indianápolis, donde vive la madre de Paholla.
“Siempre he confiado en los planes que Dios tiene para mí y mi familia,” declara Félix. “Así que incluso cuando pensaba que correría un terrible peligro si me quedaba en mi país, siempre veía que Dios actuaba en mi vida.”
Al recordar la decisión que tomaron hace cuatro años, Paholla sabe que únicamente pudieron hacerlo gracias a su fe.
“Si no hubiéramos estado involucrados en el servicio a la Iglesia durante varios años antes de venir a Estados Unidos, probablemente no habríamos tomado la decisión de mudarnos aquí. Nos movió la fe. Teníamos confianza en lo que Dios quería que hiciéramos.”
A los seis meses de llegar a Estados Unidos, la familia Navarrete estaba bien establecida en Indianápolis. Félix encontró un trabajo en contabilidad, e inscribieron a sus hijos en la escuela Holy Spirit. Ahora son miembros de las parroquias Espíritu Santo y de Nuestra Señora del Santísimo Rosario, ambos en Indianápolis.
En los años transcurridos desde entonces, Félix ha comenzado a dirigir retiros para hispanos en el movimiento de renovación carismática católica. Junto con Paholla imparten clases de planificación familiar natural en español para la Oficina de Matrimonio y Vida Familiar de la Arquidiócesis.
El 14 de octubre, de 7 a 9:30 p.m., en la Catedral de San Pedro y San Pablo (1347 N. Meridian St.), en Indianápolis, Félix ayudará a dirigir un servicio de adoración eucarística bilingüe por la paz en Nicaragua.
“Es increíble cómo Dios nos está utilizando ahora,” afirma Félix. “Me siento feliz por la vida que tenemos ahora. Puedo decir que no cambiaría nada.”
(Para obtener más información sobre el servicio de oración, póngase en contacto con el Sr. Navarrete en el 317-597-3751 o en felixjavierministry@gmail.com.) †