Escucharnos unos a otros: lo que escuchamos, lo que no y lo que podríamos concluir
En marzo de 2024 se celebraron dos sesiones de escucha en la arquidiócesis de Indianápolis. Estas sesiones relacionadas con el sínodo se complementaron con otras oportunidades para que diversos grupos compartieran sus ideas (por ejemplo, una conversación entre el arzobispo Charles C. Thompson y un grupo de estudiantes de la universidad católica local). Al celebrar las dos sesiones formales de escucha en dos lugares estratégicos de la Arquidiócesis, los dirigentes eclesiásticos brindaron a los fieles una buena oportunidad de participar en esta fase del proceso sinodal.
Se pidió a los participantes de la sesión de escucha que se centraran en dos preguntas:
¿Cuándo he observado que la Iglesia hace lo que se supone que debe hacer? ¿Cuándo he observado que la Iglesia no ha hecho lo que se supone que debe hacer?
y
¿Qué pueden hacer los líderes de la Iglesia para ayudar a la gente a ser mejores cristianos? ¿Qué no deben hacer los líderes a fin de no impedir que la gente sea buena cristiana?
En este informe se resumen tres áreas principales que surgieron durante las sesiones de escucha:
- el tema de cómo ser más receptivos e inclusivos;
- la importancia de reconocer y acoger las enseñanzas de nuestra Iglesia; y
- el valor del aprendizaje permanente de la fe, especialmente dado a que esto nos ayuda a estar preparados para cumplir con nuestra misión.
La percepción de exclusión causa dolor.
Los participantes expresaron que las personas de diversos grupos están o se sienten excluidas de la vida de nuestra Iglesia. Algunos ejemplos son:
- personas que se describen a sí mismas como lesbianas, homosexuales, bisexuales, etc;
- mujeres; y
- jóvenes.
“La Iglesia está cerrada al diálogo,” expresó un participante. “Juzga en lugar de acoger.” También se señaló que las camarillas dentro de las parroquias y las escuelas (por ejemplo, las basadas en el estatus socioeconómico) contribuían a que algunos se sintieran excluidos.
En cuanto a las mujeres, varios participantes mencionaron la necesidad de un mayor papel en el liderazgo y la toma de decisiones. Algunos asistentes sugirieron contar con diaconisas como un «pequeño paso» hacia el futuro; se dejó sin especificar si esto implicaría la ordenación u otro tipo de función, y si la palabra “hacia el futuro” se refiere a un primer paso con miras a tener sacerdotisas u obispos mujeres.
“Si quiere un cambio, ayude a que se produzca; pero sepa que tal vez su actitud tenga que cambiar.”
Aunque algunos insinuaron cambios en las enseñanzas de la Iglesia, varios participantes en las sesiones de escucha expresaron la importancia de estar abiertos a ser receptáculos de fe. Entre las citas se encuentran:
- “Pídale a Dios que abra su corazón a su voluntad.”
- “Estar cerca de Cristo le ayudará [a cambiar de actitud].”
- “Cristo debe ser el centro que mantenga nuestra humildad.”
- (Haciendo referencia a GK Chesterton): “No es que se haya puesto a prueba el cristianismo y no haya estado a la altura, sino que no se lo ha puesto a prueba por considerarlo difícil.”
Un participante sugirió una virtud específica que podría resultar especialmente útil en nuestros tiempos. “Si bien es importante ir al encuentro de todas las personas allí donde están y escucharlas sin juzgarlas, también debemos ser lo suficientemente valientes como para darles a conocer la hermosa, gratificante y enriquecedora virtud de la castidad.”
Se compartieron varias ideas más con respecto a la adopción de las enseñanzas de nuestra Iglesia:
- “Debemos expresar el amor a través de la verdad y el cuidado.”
- “El relativismo no representa a la Iglesia católica. Jesús vino a dar vida.”
- “Jesús no se limitó a pasar el rato con los pecadores; ¡los ayudó a cambiar!”
- “Dios nos encuentra allí donde estamos y nos llama a crecer.”
Los participantes reconocieron que debemos escucharnos unos a otros y que, al hacerlo, a veces oímos a Jesús. Pero Jesús no siempre se alinea con nuestros propios egos, agendas e ideologías; de ahí la importancia de ser aprendices permanentes de la fe.
“¡Amar al prójimo, ayudar a levantarlos y animarlos, cambiar vidas y salvar almas!”
La dedicación a prepararnos para la misión surgió como un área de énfasis, a veces con un sentido de urgencia. “Todas estas sesiones de escucha apenas significan nada si no tienen como fin primordial y definitivamente trazado salvar almas,” expresó un participante. Otras citas:
- “Sea un laico educado. No se limite a presentarse. Sea un embajador [de su fe].”
- “Incluya el ‘por qué’ de la enseñanza de la Iglesia.”
- “La gente necesita esperanza. Nuestra Iglesia la tiene y la brinda a todos.”
En cuanto al alcance a los jóvenes: “Informemos a los jóvenes de su responsabilidad de rezar, servir y difundir la fe, quizá como sacerdotes o ayudando a otros a discernir ese llamado.” Esta sesión específica de escucha concluyó con un enfoque eucarístico: “Cuando nos esforcemos por apreciar más la Eucaristía, nunca acudiremos a ningún otro lugar [para el culto].”
Conclusión
En una de nuestras sesiones de escucha, un participante dijo: “Gracias por la oportunidad de que nosotros, los fieles, tengamos voz.” Esto me recuerda algunas preguntas que flotan en el aire, pero que no siempre se expresan cuando se plantean temas como estos:
- ¿Cuál es el sentido de los fieles, el sensus fidelium? (¿Qué circunstancias deben darse para afirmar que esta realidad está activa?)
- ¿Cambia la doctrina y, en caso afirmativo, cómo? ¿En qué consiste el desarrollo de la doctrina y, del mismo modo, qué circunstancias deben darse para que haya un auténtico desarrollo doctrinal?
- ¿Cómo pueden los laicos (mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, heterosexuales, atraídos por personas del mismo sexo, etc.) ejercer el liderazgo en la Iglesia sin sobrepasar el límite de la gobernanza, el papel y el carisma propios de nuestros sucesores de los Apóstoles?
Tenemos una deuda de gratitud con el Sínodo de los Obispos por explorar temas relacionados con la escucha, el diálogo, el acompañamiento y la corresponsabilidad. Por la gracia de Dios, la sesión sinodal de octubre en Roma seguirá afinando y aclarando estas importantes dinámicas para que la Iglesia extienda la misión y el ministerio de su único fundamento: Jesucristo.